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lunes, agosto 10, 2009

Los dos referéndums

Ángel Balderas Puga

La semana pasada comentamos que la campaña del PAN en el proceso electoral estuvo diseñada como una especie de referéndum sobre el trabajo de Felipe Calderón para aprovechar su falsa “popularidad”.

Es increíble hasta donde puede llegar el autoengaño o el exceso de confianza en el ocultamiento de la realidad que hacen los grandes medios masivos de comunicación, comenzando por la televisión. La apuesta del PAN a este referéndum fue sumamente riesgosa para ese partido, pues la terca realidad ha mostrado una enorme frivolidad e ineficiencia en el equipo gubernamental.

No es gratuito que estos nueve años del PAN en el gobierno federal se puedan caracterizar como una “kakistocracia”, el gobierno de los peores.

Someterse a referéndum en una economía que ha caído casi un 10% del Producto Interno Bruto y que ha expulsado a más de 700 mil personas de sus empleos (en tan sólo dos años) es una locura. Sin embargo el PAN así lo hizo y pagó las consecuencias con una derrota estrepitosa.

En la tabla 1 puede verse que el PAN perdió 63 diputados de mayoría y 66 diputados en total (una vez agregados los diputados plurinominales) con lo que pasó de ser la primera fuerza en el Congreso a la segunda, muy lejos de los 259 diputados del PRI y sus aliados del Verde “ecologista”.

Además, el PAN se quedó sólo con una de las seis gubernaturas en juego, perdió sus “bastiones” de San Luis Potosí y Querétaro, además de un gran número de presidencias municipales en todo el país.

El otro referéndum

Pero no sólo el PAN jugó al referéndum. También lo hizo Jesús Ortega, líder “espurio” del PRD. En efecto, Ortega no fue elegido por las bases del PRD sino por el Tribunal Electoral Federal, el mismo que avaló el fraude electoral de 2006.

Estuvo a la vista de todos la campañita de Ortega en la televisión con la niña Mariana. Una estrategia mediática vacía de contenido, con una presencia casi permanente de Ortega, una persona sin carisma. Parecía más una campaña interna de Ortega contra López Obrador que propaganda contra otros partidos políticos.

El PRD fue el otro gran derrotado de estas elecciones. Perdió 51 diputados de mayoría y 56 diputados en total. De ser la segunda fuerza en el Congreso cayó al tercer lugar.

No ganó ninguna gubernatura; es más, algunos de sus candidatos en Campeche (a la gubernatura), en Querétaro (a la Presidencia Municipal de la capital) y en el Estado de México renunciaron durante el proceso electoral para sumarse a los candidatos del PAN o del PRI.

Pero al igual que Felipe Calderón, la cobardía de Jesús Ortega le impide asumir las consecuencias de sus acciones. Después de una campaña con resultados tan desastrosos, Ortega debería haber renunciado al día siguiente de las elecciones, tal como se hace en países con democracias maduras.

Pero no. Se aferra al “hueso”, profundizando la crisis en la que se encuentra su partido a partir de que una parte de sus integrantes decidieron aceptar la imposición de Felipe Calderón.

En Querétaro, el PRD tuvo también una derrota estrepitosa. En las elecciones de 2006 obtuvo el 13% de la votación para diputados locales, poco más de 84 mil votos, mientras que en 2009 obtuvo apenas poco más de 20 mil votos (que representan el 3.1% de la votación).

Es decir, perdieron más de 60 mil votos, cayeron de tercera a quinta fuerza y apenas pudieron conservar el registro estatal. Después de estos resultados tan desastrosos, los responsables estatales del PRD también deberían renunciar a sus cargos.

La izquierda partidaria en Querétaro debe pensar seriamente acerca de los resultados de estas elecciones, pues los 60 mil votos perdidos por el PRD no fueron a parar al otro partido de izquierda en Querétaro, el PT, que mantuvo su votación de 2006 (alrededor de 14 mil votos).

El PT ni siquiera alcanzó su registro estatal pues obtuvo apenas el 2.2% de la votación.

Iztapalapa

El caso de la delegación Iztapalapa en el Distrito Federal es interesante por varios motivos.

Primero, por el número de electores. En las pasadas elecciones votaron casi 600 mil personas. Es decir, casi la totalidad de votos en todo el estado de Querétaro (poco menos de 650 mil votos) lo que muestra el peso político de esa delegación, la más populosa del Distrito Federal.

La corriente perredista Nueva Izquierda (NI), los Chuchos, tenía nueve años gobernando esa delegación y quería seguir haciéndolo por medio de Silvia Oliva, esposa del ex delegado y dirigente de NI, René Arce.

Pero Oliva perdió las elecciones para ser candidata ante Clara Brugada de Izquierda Unida (IU). Oliva no impugnó en tiempo y forma su derrota, por lo que la candidatura de Brugada avanzó. Sin embargo, en un hecho insólito y “extraño”, el Tribunal Electoral “atrajo” el caso y resolvió en junio que la candidata del PRD debería ser Oliva.

O sea que los tribunales no sólo le impusieron al PRD a su líder nacional, sino que también le imponen candidatos.

Cuando el Tribunal tomó su decisión, las boletas ya estaban impresas con el nombre y la foto de Brugada por lo que seguimos viendo sólo en México cosas verdaderamente kafkianas. De acuerdo con el Tribunal, los electores de Iztapalapa al marcar en la boleta el nombre de Brugada en realidad estaban votando por Oliva, alguien que ni siquiera hizo campaña.

Este tipo de hechos muestran qué tan enana es nuestra democracia, enanismo al que contribuyen los mismos organismos electorales.

El desenlace lo conocemos: la corriente de López Obrador, en un enorme esfuerzo, logró que la mayoría de los electores votaran por el PT, que ganó las elecciones con más de 180 mil votos que sumados a los votos del PRD dan más de 300 mil votos, muy lejos de los 70 mil que obtuvo el PRI, que quedó en segundo lugar.

La izquierda en el DF perdió cuatro diputaciones locales porque se presentó dividida. En efecto, en los distritos II, VII, XXI y XXV los votos conjuntos de PRD y PT superan a los votos del PAN, partido que fue el que salió ganando con esa división.

Tal pareciera que algunas personas “de izquierda” prefieren que la derecha gane espacios en vez de sus correligionarios, si no son sus corrientes las que encabezan las posiciones políticas.

Estos datos muestran que si la izquierda en México pudiera y supiera resolver sus diferencias internas, se podrían ofrecer al electorado verdaderas opciones y ganar muchas elecciones.

balderas@uaq.mx

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