El aborto es “un asunto de conciencia”, es decir, que el Estado debería garantizar a las mujeres que decidan practicarse un aborto, las condiciones higiénicas y dignas mínimas para no poner en riesgo su vida, dejando a un lado los asuntos morales y religiosos, afirmó Oliva Solís Hernández, historiadora y catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ)
“A lo largo de la historia, lo que vemos es que independientemente de las regulaciones y los discursos dominantes, el aborto se practica. Que se realizaba en condiciones más o menos terribles, o en condiciones anti-higiénicas o inhumanas”, explicó la historiadora.
Oliva Solís expuso que el aborto “es una práctica cotidiana” que siempre ha sido utilizado como un método generalizado de control de natalidad, por lo que el tema de su regularización es infranqueable.
“Independientemente que tú decidas no legalizar el aborto, muchas mujeres lo continuarán haciendo. Quién esté decidida lo va a ser. El problema son las condiciones en las cuales lo realizarán”, apuntó.
Destacó que a lo largo de la historia, la interrupción provocada de un embarazo es un problema arraigado. Aunque tarde, indicó, la mujer se cuestiona sobre su derecho a decidir sobre el cuerpo, donde el aborto toma una importante relevancia.
“El discurso dominante siempre fue el de la Iglesia Católica (…) con el siglo XIX y la aparición de los movimientos feministas como en Inglaterra o Francia entonces la mujer empieza a cuestionarse porqué no tiene derecho a decidir sobre su cuerpo”, expuso.
Finalmente, está un periodo donde la razón sustituyó a Dios, la Ciencia juega un papel protagónico en el que diferentes científicos buscan respuestas con sus investigaciones para conocer si en los primeros días de concepción el feto vive, siente y piensa.
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