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miércoles, septiembre 20, 2006

Sociedad - Gallos Blancos vs. Chivas (Especial para Blog)

Como ‘Niños Héroes’ se portaron los Gallos Blancos en el ‘Corregidora’ ante unas aguerridas Chivas del Guadalajara

Reyes, De la Cruz, González, Collazo, Almirón y Villalobos, los defensores

Carlo Daniel Aguilar González

13 de septiembre de 2006. Un aniversario más para conmemorar a los Niños Héroes. No obstante, en la ciudad de Querétaro se respiraba un ambiente que distaba mucho de la política. Dentro del aire y las nubes que circundaban la ciudad, poco a poco se impregnaba un aroma de fútbol. Los Gallos Blancos de Querétaro y las Chivas Rayadas del Guadalajara se preparaban para lo que prometía ser un buen enfrentamiento.
La cita era en el denominado Coloso del Cimatario a las nueve de la noche. No quedaba ni un solo boleto desde el día anterior al cotejo. Ambos equipos llegaban al partido después de resultados favorables que hacían alimentar la ilusión de sus respectivas aficiones.
Era tal la expectativa por el partido que el gobernador del estado, recién llegado de un viaje a China que se prolongó mas de lo previsto, “hizo un espacio” en su habitual rueda de prensa de los martes para hablar sobre lo que esperaba del partido y vaticinar un resultado.
Ni siquiera una de las festividades más antiguas de la ciudad pudo disminuir el interés de la gente por el fútbol. La fiesta de la Santa Cruz se convirtió en otro suceso que quedó relegado a segundo o tercer término, dada la importancia que le otorgó la sociedad queretana al enfrentamiento entre sus plumíferos y el Rebaño Sagrado.
Al caer la noche del 13 de septiembre, más de un aficionado a los Gallos Blancos recordó que se trataba del Día de los Niños Héroes. Pero no porque transitara por su memoria la historia de México, sino porque varios jugadores de la oncena local se habían erigido como auténticos héroes en la batalla, remontando un marcador adverso y ocasionando que hombres y mujeres exhibieran una sonrisa en su rostro minutos antes de las 11 de la noche.
Juan de la Cruz, Jorge Almirón, Margarito González, Jorge Collazo, Alejandro Villalobos y Salvador Reyes usurparon los sitios de Juan de la Barrera y los ‘antiguos’ Niños Héroes. Además, el partido fungió como un grito de Independencia adelantado, debido a que pisaron el empastado del estadio “La Corregidora” de Querétaro, más de 20 jugadores oriundos del país, incluyendo Adolfo “Bofo” Bautista, quien nació en Dolores Hidalgo, Guanajuato.
La lluvia, elemento protagonista que no estaba contemplado
Las manecillas del reloj indicaban las siete y media de la tarde. Calles y avenidas que desembocaban en las inmediaciones del estadio comenzaban a llenarse de vehículos. Poco a poco el tránsito de automóviles iba perdiendo fluidez y expresiones de desesperación irrumpían en las caras y rostros de los conductores.
Las nubes iban aumentando su grosor y ocupaban un mayor espacio en el cielo conforme avanzaban los segundos. Se sospechaba una noche con lluvia. A las ocho de la noche, el público ya había llenado aproximadamente 90% de las tribunas. 20 minutos después, empezó a caer una tormenta que arreció durante poco más de 30 minutos.
Capas, chamarras, gorros e impermeables pasaron a formar parte de la vestimenta de los aficionados. Y es que había que cubrirse de la lluvia de cualquier manera. Los únicos a quienes no les importó la intensidad del aguacero fueron a los jugadores, ya que se encontraban en la cancha ejercitando los músculos y alistándose para el partido.
Minutos antes de que iniciara el cotejo, la lluvia aminoró un poco. El escenario había sufrido una transformación, ya que los impermeables y las capas que habían sido repartidos entre el público le daban colores azul y negro a las tribunas, mismos colores de la playera que portan los jugadores de los Gallos Blancos.
Al momento en que saltaron a la cancha los equipos, los nervios se tradujeron en gritos y consignas de apoyo hacia los jugadores. A pesar de que se veían más playeras y banderas rojiblancas a lo largo y ancho de las tribunas, se escuchaba más ruido cuando los aficionados de los Gallos Blancos les manifestaban su apoyo a sus ídolos y jugadores.
El partido inició con un dominio de los plumíferos, pero con el transcurrir de los minutos se fue emparejando. La barra Resistencia Albiazul y la porra que se trasladó desde Guadalajara para apoyar a las Chivas intercalaban cánticos, brincos y emociones. Las acciones de peligro se suscitaban en una y otra portería. A un disparo de Mauro Gerk, delantero argentino de los Gallos, le seguía una escapada de Omar Bravo, goleador del Rebaño Sagrado.
Entrega y emoción, las constantes
En el terreno futbolístico, las imprecisiones, resbalones e interrupciones en el desarrollo del partido se fueron presentando con frecuencia. La razón era por los estragos que había producido el agua que había caído con anterioridad. Jugadores que no terminaban de aclimatarse a las condiciones del campo ni al partido, como Roberto Nurse y Ramón Morales, eran presa de reproches e insultos por parte de los aficionados.
La gente seguía de pie el desarrollo de las acciones en el rectángulo verde. Mientras que por un lado Roberto Nurse no lograba conectar la esférica o se resbalaba instantes previos a culminar una jugada de gol, por otra parte los mediocampistas y delanteros del Guadalajara no golpeaban con la fuerza necesaria el balón para que éste finalizara en el fondo de las redes. Todo ello derivaría en un par de roscas al término de los primeros 45 minutos.
Para el segundo tiempo, el panorama cambió ya que la lluvia había desaparecido por completo y el equipo catalogado como “el más popular del país” se había adueñado del control del partido. A los 10 minutos del complemento vería cristalizado su dominio, con el sexto gol en la temporada para Omar Bravo, después de un error en la defensa por parte de Raúl Rico.
El momento era del Guadalajara, pero no apretó el acelerador lo suficiente para horadar la cabaña plumífera por segunda ocasión y darle rumbo definitivo al marcador. Las intervenciones de Miguel Becerra, guardavallas de los Gallos, y los desaciertos de los jugadores rojiblancos trascenderían en el resultado.
Jorge Collazo ingresó a la cancha en sustitución de Emilio Mora, lo que fortaleció el ataque albo en busca del empate. Quien porta el número 10 en los dorsales le dio movilidad a los avances de los Gallos. En contraparte, la salida de Juan Pablo Rodríguez para que ingresara Gonzalo Pineda le restó fuerza al medio campo tapatío, lo que se tradujo en posibilidades de gol para los dirigidos por Salvador Reyes.
Una falta a las afueras del área y el cobro inmediato de la misma por Jorge Collazo y Alejandro Villalobos finalizaría con el tanto de la igualada. Jorge Almirón, capitán de los Gallos, remataría con la cabeza el centro templado e incrustaría en el ángulo superior derecho de Oswaldo Sánchez “la de gajos”. En ese momento, una parte del estadio se estremeció y brincó de alegría y comenzaron a escucharse los gritos de “Sí se puede”.
Paridad en el marcador
Siguieron poco más de 10 minutos durante los cuales el marcador ya no sufriría alguna alteración. Adolfo Bautista generó de sus botines la última aproximación a la portería de Miguel Becerra, que no culminó en gol gracias al despeje de Juan de la Cruz, cuando el balón ya merodeaba las redes plumíferas. Danilo de Oliveira, brasileño de los Gallos, desaprovecharía un balón catalogado “a modo” cuando el partido expiraba.
Al final, empate a un gol que dejaba más satisfecha a la gente que había acudido a apoyar a los Gallos Blancos. Y es que la racha de partidos sin conocer la derrota se incrementaba a cinco. Como en sus enfrentamientos contra Cruz Azul y Monterrey, habían venido de atrás para rescatar puntos a su favor. Pero esta vez se percibía un tinte heroico en el resultado.
Si hace alrededor de 160 años, seis niños habían defendido a su patria contra la invasión norteamericana en el Castillo de Chapultepec, ahora seis hombres habían sobresalido por impedir el triunfo del rival, considerado como favorito previo al partido. Y lo habían hecho gracias a su entrega y pundonor mostrados en la cancha.
Un comandante y 5 soldados que le respondieron a su afición cuando ésta se los pedía. A diferencia de sus antecesores, el rival no era extranjero, eran hombres nacidos en territorio nacional, que prometían adelantar la celebración del Grito de Independencia en la tierra de doña Josefa Ortiz de Domínguez. Pero se enfrentaron a seis ‘Niños Héroes’ queretanos que hicieron que su lucha no fructificara.
De ahora en adelante, la afición plumífera recordará los apellidos Reyes, De la Cruz, González, Collazo, Almirón y Villalobos cuando les platique a sus descendientes las gestas futbolísticas de Querétaro. Y mencionara a un oriundo de Dolores Hidalgo en el desarrollo de la historia, pero lo calificara como un libertador a quien le faltó tiempo para inclinar la balanza y decidir el rumbo de la batalla.

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