Descárgalos en pdf

¿Quieres leer Tribuna de Querétaro en formato pdf? Descárgalo aquí.

miércoles, septiembre 27, 2006

381 Opinión Perspectiva 2006

¿Entiendo o comprendo?
Sergio Centeno García

A veces, he repetido hasta el cansancio frases de las cuales intelectualmente entiendo perfectamente su significado, pero honestamente mentiría si dijera que comprendo su real sentido. Bueno, lo que ocurre es que yo pienso que el entendimiento y la comprensión se ubican en distintos niveles; es decir, entender una cosa o un concepto no es lo mismo, ni tiene la misma profundidad que comprenderla.

Según yo, entender es un nivel superficial de conocimiento, pues sólo implica que la persona comparta el mismo significado de la palabra con una comunidad de hablantes y entonces, que siempre que alguien mencione por ejemplo el concepto “árbol”, inmediatamente venga a la mente una imagen específica de lo que es un árbol, y con ella, también su contenido o significado, pero hasta ahí, pienso que muy poco tiene que ver con la vivencia propia del ser humano.

En contraste, cuando alguien comprende un concepto, un axioma, una máxima o un pensamiento, es porque lo asimila como tal, lo hace suyo y lo que es más importante, lo vive como una realidad.

Por ejemplo, pudo haber existido alguna compositora que haya escrito una poesía o canción diciendo “gracias a la vida que me ha dado tanto”, y tantas otras cosas hermosas acerca de lo que es la vida y el vivir, entonces, es claro que tal poeta o compositora entendía muy bien que vivir era hermoso y que había que estar agradecido por ello, pero si esa misma compositora después de haberse expresado tan bien de la vida se la arranca, es porque en realidad nunca comprendió que vivir era hermoso, porque si así fuera, ¿cómo podría haber tomado la decisión de huir de aquello que considera hermoso y agradable? Es un contrasentido. No me queda duda: sencillamente nunca comprendió lo que escribió.

Del mismo modo, yo entiendo perfectamente un pensamiento que durante años y años he repetido e intentado comprender, pero que, debo decirlo, hasta la fecha es momento en que no lo comprendo.

He dicho, porque no me queda la menor duda de que así es, que vivir en este mundo se reduce a una sola cosa: sentir. Y cuando hablo de este sentir me refiero tanto a los sentidos como a las emociones, aunque siento que son más relevantes las emociones que la sensibilidad. En este instante que vivo, sé que vivo porque siento, me siento a mí mismo, y me siento emocionalmente de determinada manera: triste, alegre, decepcionado, indiferente, de tantas maneras, pero finalmente, sólo sé que vivo porque siento, por lo tanto, vivir, según yo, se reduce a sentir. El que vive siente y el que no vive no puede sentir.

Por supuesto que no estoy afirmando que el sentir es lo que define el vivir, sino que el sentir es aquello que me permite darme cuenta que vivo, y que la vivencia toda, se reduce a sentir. Eso es lo que digo.

Pero, ¿entonces qué es lo que no he terminado de comprender? Esto: que si el vivir se reduce a sentir, esto último está siempre determinado en primera y última instancia por el pensar; es decir, por la forma en que tengo de traducir la circunstancia y realidad mundana externa a mí es, como dijera Heidegger, como me encuentro en el mundo, como me siento en el mundo.
En consecuencia, el vivir y la forma en que el ser humano se siente, su estado de ánimo pues, lo determina siempre su forma concreta de pensar e interpretar el mundo. Esto lo entiendo perfectamente. Entiendo que la circunstancia externa, dígase trabajo, dinero, relaciones personales, laborales, comerciales o de cualquier otra índole no determinan la forma de sentir y vivir en el mundo, sino que es siempre mi pensamiento; es decir, lo que pienso de tal o cual situación, de tal o cual acontecimiento o circunstancia que tiene relación directa con mi persona, lo que determina verdaderamente y por necesidad lógica mi vivir, mi sentir, mi estado de ánimo. Eso es lo que no comprendo, porque si lo comprendiera, sé que sería feliz. Es todo.

No hay comentarios.: