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miércoles, septiembre 27, 2006

381 Opinión Sobre Armando Rivera

Algunas notas sobre cómo recordaré a Armando Rivera.

Eduardo Aristóteles Ramírez

Cuando en los años setenta la selección mexicana de futbol aplastaba invariablemente a sus rivales del área (CONCACAF) era habitual que se manifestara, a la par, el otro deporte nacional: la exageración, el desbordamiento, el triunfalismo. En los momentos que la selección goleaba y ganaba con holgura, en los medios de comunicación (Televisa, concretamente) y en buena parte de los aficionados futboleros, se creía casi con fe guadalupana que nuestra selección estaba a la altura de las mejores del mundo y que, irremediablemente, el próximo campeonato del mundo tendría nuevo dueño: el tricolor.

En la política queretana, de manera análoga a lo que sucedía con la selección y el medio futbolístico de los setenta, la competencia para el PAN y concretamente para el alcalde Armando Rivera es prácticamente inexistente. La debilidad de los competidores y una estructura institucional fundamentalmente inequitativa –rezan los íconos de la teoría democrática actual- desincentivan la competencia. Es en esta tesitura, y no en la de la exageración y el triunfalismo, donde considero prudente y oportuno abrir otra veta en el pensar, analizar y entender la gestión de Armando Rivera, porque no es lo mismo hacer política en condiciones de competencia a hacerla con rivales que tienen la fuerza y los incentivos necesarios como para asumir ese papel sin complejos.

En situaciones democráticas la competencia es fundamental en el desempeño de los gobiernos. Si lo pensamos con mayor detenimiento cabría preguntarse qué hubiera sido de la gestión foxista (por mencionar un caso paradigmático, hasta cierto punto) en las mismas condiciones de baja competitividad que Rivera tuvo en el municipio de Querétaro o qué hubiera pasado con Rivera si la competencia política hubiese sido tan feroz como lo fue en el sexenio que está por concluir. Seguramente tendríamos una visión completamente distinta de ambos. Ni la gestión de Rivera hubiera sido tan maravillosa como todo mundo cree (porque en la realidad no lo fue) ni la de Fox tan desastrosa, como estoy seguro que sí lo fue.

A Rivera habría que recordarlo dentro de 25 o 30 años cuando el daño ecológico y urbano para Querétaro esté consumado, gracias a la incompetencia de la oposición en el cabildo (¿acaso corrupción?) y a los poderosos intereses económicos que están en disputa. Porque antes de contemplar la fastuosidad del tercer piso en Bernardo Quintana nadie se detiene a pensar en el abuso de los cambios de uso de suelo de preservación ecológica y agrícola de nuestro municipio. De los aproximadamente 133 cambios de uso de suelo registrados hasta antes de junio del 2006 en el Ayuntamiento de Querétaro, 75 de ellos fueron relativos al cambio de los suelos ecológicos para otros fines (destacan los de uso para fines habitacionales), de los cuales 54 se aprobaron y 21 se rechazaron. Estos 54 cambios aprobados, aunados a los cambios durante la gestión de Rolando García representan 25% del territorio urbano. Lo cual, entre otras cosas, ha traído escasez de agua, cambio de clima, inundaciones, vialidades mal planeadas, tráfico excesivo, etc.

Por si fuera poco, existe otro dato revelador en términos de replantearnos cómo evaluar a nuestro carismático Presidente Municipal: en 2000 la densidad de población del municipio era de 600 habitantes por kilómetro cuadrado, de seguir la tendencia fomentada en la actual administración, en el 2010 la densidad será de 2700* habitantes por kilómetro cuadrado, densidad similar a la registrado en la ciudad de Monterrey, sólo que sin su infraestructura. En el largo plazo, me queda clarísimo, la calidad de vida de los queretanos se verá sensiblemente afectada, porque habrá menos agua, más basura, deterioro del medio ambiente y un largo etcétera.

La reflexión, pues, es que nadie que se precie de ser mínimamente inteligente puede hacer un balance de la administración de Rivera, si antes no ha visto en perspectiva cuáles son las implicaciones que tiene gobernar sin competencia política real. Porque cuando no hay competencia, por muy democrático que se parezca o se quiera ser, el abuso del poder y la irresponsabilidad son una tentación siempre latente.

* Datos obtenidos de la Tesina “Oposición política y calidad democrática: el caso del municipio de Querétaro: 2003 – 2006”, realizada por el autor

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