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miércoles, septiembre 27, 2006

381 Cultura Crónica Zapata (especial blog)

Todos somos hijos de Pedro Palou: Ignacio Padilla.
“Venir a Querétaro, algo cercano a venir al paraíso”: Pedro Ángel Palou

Luis Enrique Santamaría

El 21 de septiembre, el galardonado escritor mexicano, Pedro Ángel Palou, vino a Querétaro para promocionar su más reciente obra literaria, “Zapata”, que ofrece una perspectiva distinta sobre la vida de uno de los más recordados caudillos de la revolución.

El evento, realizado en la Galería Libertad, ubicada en el andador Libertad, número 56 poniente, en el Centro Histórico de la ciudad, es patrocinado por Editorial Planeta, quien brindó todo el apoyo necesario a los autores interesados en exponer personalmente sus obras en el estado.

Javier García Muñoz, administrador de la librería cultural del centro, explicó: “siempre hemos buscado espacios y formas para presentar autores que tengan contacto directo con el público, que éste no sólo encuentre descuentos, sino acercar al público lector a los grandes escritores mexicanos. Uno de ellos es Pedro Ángel Palou, que ya había venido hace dos años a presentar su novela “Con la muerte en los puños”, que en la Galería Libertad se organizó una pelea de box para darle todavía mucho más presencia popular a la gente; que se anime a leer.”

Nuevos conceptos
La presentación en forma de entrevista dirigida por el íntimo de Palou, el también escritor Ignacio Padilla, se da después de que el grupo Santiago de Querétaro ofrezca un pequeño concierto con la música de los corridos de Emiliano Zapata, de los diferentes intérpretes que ha habido en Morelos.

Después de un juego de palabras logrado por Padilla, donde se involucran una relación entre las “P” que se encuentran en los nombres de Pedro Ángel Palou y la elogiada obra de Juan Rulfo, “Pedro Páramo”, se abre el paso para una afirmación que demostraría la calidad literaria del también autor de “En la alcoba de un mundo”; como diría una fantasmagoría de la obra más importante de la literatura mexicana del siglo XX, ahora dispuesta en las palabras de un escritor contemporáneo: Todos somos hijos de Pedro Palou.”

Distinciones
¿Qué es lo que hace a este “Zapata” singular ante los ya muy variados intentos por dar a conocer más de la vida del Caudillo del Sur? Padilla se plantea la cuestión: “¿Cómo escribir la novela de la vida de un hombre al que se admira sin convertirlo en un tigre de papel, sin convertirlo en una caricatura? Creo que la respuesta a esta pregunta, Pedro la plantea en las últimas páginas de la novela, cuando se describe la muerte de Emiliano Zapata. Al escribir en ocho líneas la muerte de Emiliano Zapata, continúa Padilla, lo que viene después y lo que realmente está en toda la novela es el cuerpo, el cadáver de Zapata; la única forma de escribir la novela sobre un gran hombre sin convertirlo en un héroe de papel, es mostrar su cadáver.”

Además, en cuanto a la situación política actual, encuentra una relación entre la creación de la novela y las circunstancias contemporáneas. “Estremecedor reconocer nuestro presente. No precisamente lo más grato de nuestro presente: reconocer nuestra retórica y nuestra ingenuidad política, en la lectura de la vida de Emiliano Zapata (y el verdadero discurso zapatista). Es la vigencia de esta novela lo que lo demuestra”. Al hablar sobre un encuentro que tuvo con su homólogo, mientras lo oía por la radio, discurre sobre el bienestar actual. “La historia no es circular (como llegó, en el programa de radio, a comentar Palou), es espiral; es decir, la representación finita de un proceso infinito; se vuelve, pero no del todo al mismo sitio, se vuelve pero a otra parte del mismo momento. Creo que es lo que muestra este tipo de libros.”

Para terminar su participación, roba conceptos de Palou, que igual le otorga: “Dos cosas que le he oído decir: una, Zapata, el hombre, o el paladín o el héroe más traicionado. La palabra ‘traición’ siempre está en el vocabulario de Zapata; literalmente, una expresión que siempre estaba en sus labios. Hago nombre de la mañana (por la entrevista en radio de Palou): el derrotado de la Revolución Mexicana.”

Capital de la lectura del país
El turno de discurrir llega al autor. Sobre venir a Querétaro para la promoción de la obra, relata: “Quise que después de Puebla, la ciudad en la que vivo, la segunda presentación del libro fuera aquí en Querétaro para significar, en primera instancia, mi profunda admiración y agradecimiento a Javier García y al trabajo que han hecho la Asociación de Libreros de Querétaro para convertir esta ciudad, sin duda, en la capital de la lectura del país, como he oído al presidente de la Asociación de Libreros, que está planeando muy seriamente promover esta candidatura; es la ciudad con más librerías per capita en todo el país. Las librerías, la inmensa mayoría, no viven del libro de texto sino de los lectores; para un escritor que busca sus lectores y está convencido de que la literatura mexicana tiene un compromiso también más allá de la escritura, misma de las obras de acercarse a los lectores; venir a Querétaro es algo cercano a venir al paraíso. Es una maravilla poder estar aquí y constatar nuevamente la realidad de lo que está pasando con la lectura y los lectores en Querétaro.

Los Corridos
Un elemento importante, atestigua Palou, para la realización de la novela son los corridos y de ellos habla: “El corrido zapatista me dio la libertad que no tenía como novelista; me hizo darme cuenta de algo que ustedes pudieron constatar: la acción privilegiada del testigo, de esta especie de reportero de guerra, que es el hacedor de corridos de una revolución, que lo mismo toma en la mañana el fusil que en la tarde rasguea la guitarra, que lo mismo está cantando.

“La parte importantísima para el novelista –continúa Palou-: lo colectivo de la obra. El corridista es tan humilde que se sabe voz de otras voces; es una especie de ventrílocuo, o quizá un profesional que se dedica a poner en su voz las voces que ha escuchado de nosotros. Cuando me encontré con los corridos zapatistas, me encontré con la novela.”

La descripción que hace de su obra es breve y concisa. “Ésta novela, más que histórica, me atrevería a calificarla como una novela psicológica. La idea es penetrar en la psicología de Zapata: oler, sentir, ver como Zapata. Para que el lector huela, vea y sienta como Zapata; sufra y goce como Zapata. Es una figura a la cual no iba a fabular: iba a escribir una novela sin ficción, donde cada una de las anécdotas estuviera documentada al máximo. Poner al servicio de la novela el oficio del escritor, y no poner al servicio del escritor el tema de Zapata. Era una verdad nueva, que viene a revelar cosas interesantes.”

“El Plan de Ayala –menciona- está firmado ‘Justicia y Ley’, no está firmado ni ‘Tierra y Libertad’, que es un lema del anarquismo soviético que toman los hermanos Flores Magón, y mucho menos ‘la tierra es de quien la trabaja’, que es como se replantea el zapatismo en el reparto agrario cardenista,” concluyó.

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