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miércoles, septiembre 20, 2006

Punto y seguido

Si la naturaleza es la repuesta, ¿cuál era la pregunta?
Y un comentario adicional.
Ricardo Rivón Lazcano
La afirmación
“Dios no es necesario para explicar la realidad”
no es una conclusión de la ciencia,
sino una de sus hipótesis de trabajo.
Jorge Wagensberg

Aforismos de corrido, Wagensberg en su propio jugo
Jorge Wagensberg, doctor en Física, acaba de publicar Si la naturaleza es la repuesta, ¿cuál era la pregunta? Editado por Tusquets. Son treinta años de trabajos, libros, conferencias, charlas, seminarios en los que Wagensberg ha intentado recoger la esencia de la ciencia, del ser humano, de la vida. Su mirada desborda curiosidad, rompe moldes e invita a pensar. Tras la lectura se tienen más preguntas que respuestas, de acuerdo con el planteamiento de que estamos en un mundo de respuestas y nos corresponde encontrar las preguntas. En formato aforísmico, he aquí ejemplos para incentivar la reflexión.
La diferencia entre el depredador y la presa está en que la primera se puede permitir un fallo": Por ello el método del ensayo-error es una buena idea para la educación de un depredador y un auténtico chiste para la educación de una presa. "La belleza es orden entre las Partes de un Todo, la inteligibilidad es orden entre diferentes Todos": La belleza de un panal de abejas está en la repetición del hexágono pavimentando diferentes zonas de un mismo panal. Su inteligibilidad en cambio está en la repetición del hexágono pavimentando objetos bien diferentes entre sí: un nido de abejas, el caparazón de una tortuga, el ojo de cualquier insecto o las baldosas que Gaudí diseñara para pavimentar las calles de Barcelona: ¡el hexágono pavimenta!. "Las verdades se descubren, las mentiras se construyen": La utilidad más prestigiosa de la verdad es que sirve para anticipar la incertidumbre. Es decir, las verdades ayudan sobre todo a sobrevivir. Por ello, casi por selección natural, tendemos a estar atentos a la emergencia de cada nueva verdad. En cambio, la mentira sólo se descubre por error sencillamente porque la mentira no está ahí, no está en la realidad. La mentira deliberada se construye y se camufla dentro de la realidad para que otros tengan la ilusión de descubrirla. La mentira es idónea para otras funciones que nada tienen que ver con la ilusión de seguir vivo. Es perfecta por ejemplo para corregir la historia cuando resulta que ésta no nos gusta tal y cómo ha ocurrido en la realidad. "La grandeza de la ciencia está en que puede comprender sin necesidad de intuir, la grandeza del arte está en que puede intuir sin necesidad de comprender": Un físico puede manejar perfectamente más de tres dimensiones espaciales a pesar de tener una nula representación visual de tal espacio. Comprende algo que no puede intuir. Un poeta puede representar y transmitir una emoción humana a pesar de que nadie, ni él mismo, pueda comprenderla. Intuye algo que no puede comprender. Las dos preguntas relevantes son ahora: ¿tienen comprensiones artísticas los científicos? ¿tienen intuiciones científicas los artistas? He aquí, creo, un buen programa de promiscua relación entre la ciencia y el arte. "En ciencia se puede tener fe ciega, pero no fe inquebrantable": No hay duda: la fe ciega ayuda a trabajar con tesón en pos de un objetivo. Es el aliciente de cualquier pensamiento utópico. Sin embargo, el conocimiento científico tiene un principio básico: en caso de duda entre la evidencia experimental y la opinión de una autoridad científica, la última palabra la tiene siempre la realidad. Cualquier clase de fe debe entonces quebrarse ante la obstinación de lo real.
El adicional
Hace unos días Paty, una colega con la que he compartido experiencias de construcción democrática desde la ciudadanía queretana, me dijo, con un toque de molestia, que quería platicar conmigo acerca de algo que escribí semanas antes en este espacio. Cuando le pregunté el tema, un poco esquiva contestó que era en relación a algo de Marcela Serrano. Inmediatamente recordé el texto, era la tercera vez que con esa misma actitud alguien lo aludía. De hecho era la tercera de las tres únicas. Le pregunté si recordaba la última parte de aquel escrito, porque desde mi punto de vista era, si no la más importante, si la que daba el sentido que quería imprimir. No lo recordó, dijo. Entrecerró los ojos, pero no, no logró recordar. Entendí que recordaba únicamente lo que quería recordar. Le expliqué el contenido y orientación general de mi escrito. Poco convencida aludió al contexto. Recordé entonces el amargo contexto. Deteriorado contexto no exento de maniqueísmo. Buenos y malos existieron solo gracias al autoengaño, la megalomanía o la simple esquizofrenia selectiva. Contexto hirviente de descalificaciones, chisme y agresión. Pues bien, textualmente la última parte de aquel escrito es “TRES: dar vida al epígrafe para volver al principio. La versión de los hombres, no de todos, solamente de algunos que además son escritores. Y con ello la imaginación fantástica que reduce la realidad a dos o tres frases hechas. La gran flojera intelectual colectiva –incluidos los intelectuales- inversa pero efectivamente proporcional al sermón de la montaña. ¿Quién siente la necesidad imperiosa de saber cómo y porqué se cree lo que se cree, se piensa lo que se piensa? ¿Quién está dispuesto a reexaminar los fundamentos personales de esos pensamientos y creencias?. Si no todos, la mayoría de los seres humanos tenemos obsesiones. ¿De dónde proceden? ¿Por qué tienen tanto poder sobre nosotros? ¿Qué hacen con nosotros y qué hacemos con ellas? Decimos y creemos que tenemos una carrera y nunca decimos que tenemos una vida. Digamos que la ilusión y el error son un problema, entonces digo, con Edgar Morín, que debo comenzar por la ilusión y el error sobre mi mismo.” El texto y el contexto son muy importantes. Pero una lectura que descontextualiza “pretextualiza” la inteligencia y el sinsentido se apodera del escenario.

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