“Adiós a la influenza, ¡ya ganamos!”, exclamaron simpatizantes de Calzada

Carlo Daniel Aguilar González

I

“Adiós a la influenza, ¡ya ganamos!”, exclamaba eufórica una mujer en el interior de la Ppsera, que se encontraba estacionada en las afueras del hotel. Con bandera en mano, preguntaba si los simpatizantes ya iban a dirigirse con rumbo hacia Plaza de Armas.

El reloj indicaba las 9 de la noche. Una hilera de vehículos estacionados en la lateral de avenida 5 de febrero ocupa una longitud mayor de 200 metros. Los carros se caracterizaban por exhibir en sus ventanas frases como “Ya ganamos” o “Pp ya ganó”.

Del estacionamiento del hotel Fiesta Inn empezaba a salir una caravana de automóviles con logotipos o calcomanías de José Calzada. Los conductores tenían en claro su destino: Plaza de Armas. Así lo había anunciado su candidato minutos antes.

Metros más adelante de la casa de campaña priista, se encontraba la sede del Instituto Electoral de Querétaro (IEQ). Hasta ese sitio llegaban los vehículos propiedad de la gente reunida en el ‘búnker’ priista.

Aun cuando el instituto no había declarado oficialmente al ganador, se escuchaban los cláxones, las banderas y los gritos que presagiaban la victoria de Calzada Rovirosa.

Un espectacular del PRI, que al final tiene la frase “mándalos a volar”, era ‘testigo’ de cómo avanzaban los coches y daban vuelta sobre avenida Pino Suárez.

II

Las camisas color rojo inundaban el lugar. La atmósfera era de un calor sofocante. Decenas de personas ‘defendían con recelo’ sus pocos metros cuadrados de espacio.

Al caminar, la gente tenía que contornearse, agacharse o hacer malabares para no golpear a otras personas.

Los gritos eran el común denominador. Se repetían los “¡Sí se pudo!”, “Pepe, Pepe”, y toda clase de frases relacionadas con el candidato.

No obstante, mientras decía su discurso José Calzada Rovirosa tartamudeaba y se equivocaba en la concordancia de algunas frases hiladas (llegó a decir “los mujeres”).

III

Sujetaba con fuerza el micrófono. Las miradas se concentraban en su rostro. En su frente resplandecía la luz eléctrica del salón y la proveniente de las cámaras.

El reloj indicaba las 8:30 de la noche. Desde el interior del hotel Fiesta Inn retumbaban las palabras de quien se proclamaba ganador de la contienda electoral.

Atrás de él, sus hijos Sandra y Diego lo ‘escoltaban’. Mostraban una sonrisa cada que hacía alusión a ellos. A su izquierda, su esposa Sandra y su otro hijo, José, no dejaban de vitorear y aplaudir cada que hacía una pausa.

A su derecha, la plana política priista de Querétaro: Hiram Rubio García (dirigente estatal), Braulio Guerra Urbiola (Secretario General) y Raúl Ríos Ugalde (líder tricolor en el municipio de Querétaro).

Una vez concluida la rueda de prensa, las felicitaciones, las sonrisas y las frases de aliento se incrementaron. Braulio Guerra y Raúl Ríos se abrazaban efusivamente, mientras algunos de los asistentes exclamaban: “qué bueno que les ganamos a los panistas”. Se anunciaba el festejo en Plaza de Armas.

IV

Mientras algunos caminaban hacia el lobby, otros más se apretujaban las manos y se dirigían palabras de victoria, Sandra Calzada Albarrán hacía una pausa para tomar aire. Sentía que por momentos se asfixiaba o que iba a sufrir un desvanecimiento.

Se recostó unos momentos en un sillón y fue auxiliada por varios de los presentes. Resentía las consecuencias de la atmósfera que prevalecía en el lugar.

No obstante, el ánimo se dejaba ver en los rostros. Cuando Calzada Rovirosa pronunció esa palabra en su discurso, varios recordaron a Pedro Arturo González Quiroz, “El Ánimo”.

V

El político priista camina por el estacionamiento. A su alrededor, un círculo de simpatizantes lo rodea y cada uno se acerca a felicitarlo.

Toma una matraca y la agita constantemente. Se dirige hacia la salida cuando le ‘recuerdan’ que hay una rueda de prensa pendiente. José Calzada modifica la trayectoria y se regresa con dirección al lobby del hotel. Falta que anuncie su victoria.